La dignidad de mis cuernos

Sigo soñando contigo, imaginando que tú me aceptas como soy, sumiso, impotente y aspirante a cornudo. Y que somos pareja, ya sea como tu marido o tu novio. Eso está por decidir porque depende de ti, porque además de preciosa, inteligente y exquisita, tienes un fuerte carácter y mucho sentido común, por lo que hacemos siempre lo que tú crees más conveniente para los dos.

Y he soñado que cuando hablamos por el Messenger, ya que vivimos lo dos en distintas ciudades, te he comentado que me gusta muchísimo el elegante camisón amarillo con finos tirantes que luces por la webcam y que me gustaría, por favor, que te vistas para mí en la webcam con el que llevabas la última vez que te acostaste con otro. Con otro chico. Quiero verte ese camisón y que me cuentes si él te lo quitó, qué sentiste, etc, etc. Por favor, te lo suplico. Hazlo por mí, te he suplicado por el Messenger.

Y tú lo hiciste, te alejaste y volviste al rato con otro precioso camisón, muy parecido al amarilo, pero de color negro. Muy sexy y excitante. Y entonces te fui preguntando qué paso, cómo lo hiciste con él, que sentiste, cómo te acariciaba, como tú gemías, cómo él te acariciaba, penetraba y te hacía el amor mientras tú te corrías entre suspiros y jadeos.

- ¿Te sientes cornudo cuando te lo cuento? - me preguntaste por la webcam.
- Sí, amor mío.

Y seguiste contándome qué hiciste con él, mientras yo tenía la polla dura, muy dura, porque sólo se me pone dura cuando te veo follar con otro o cuando me cuentas cómo lo has hecho, cómo me has hecho cornudo o vas a hacérmelo. Aunque sin llegar, sin correrme, porque me lo tienes prohibido.
- ¿Quieres que siga contándote cómo follé con otro?
- Sí, mi Ama, te lo suplico.



Y tú me contaste con detalles todo lo que te hizo, lo que tú le hacías a él porque eras tú la que te pusiste encima, la que te lo follaste y te corriste dos veces seguidas.

- Gracias, Ama, por hacerme cornudo -te dije, cuando terminaste.
- Pero si entonces aún no te conocía.
- Es igual, roque al contármelo siento que lo soy, que lo vuelves a hacer y que ahora sí que me haces cornudo.
- Ya veo que es lo que más te gusta, ser mi cornudo, pero no podré hacerlo siempre.
- Siempre que necesites un macho, amor mío, porque yo soy impotente y me excito al saber que gozas con una polla de verdad. Es deliciosamente humillante. Ese es mi gozo, mi placer, mi felicidad. Mi vida.
- Parece que te gusta ser impotente.
- Sí, porque me siento así más sumiso, más entregado, más tuyo. Como un eunuco que está así por su Diosa. Me siento dichoso y orgulloso de serlo porque así te sirvo mejor y te doy más placer.

Eso te dije por el Messenger mientras te veía con tu sexy camisón. Y luego añadí emocionado que me tenías loco, que te deseaba, que quería ser tuyo, completamente tuyo, para que me dominaras, gobernaras y me hicieras un exclusivo instrumento de tu placer. Quería ser tu cornudo sumiso para darte todo el placer, para verte gozar en los brazos de otro, para verte feliz porque mi placer consiste en ver que tú lo tienes.



Porque si me aceptas - te dije-, querré amarte más allá del bien y del mal, más allá de dolor, más allá de los límites que cualquier persona razonable se impone para no caer al vacío. Contigo el abismo es el cielo en el que el dolor es un placer y servirte y humillarse ante ti un orgullo que sólo unos pocos pueden disfrutar y paladear.

Porque tus cuernos son para mí un orgullo que me hace levantar la cabeza por la calle erguido y digno, muy digno. Y orgulloso. Tus cuernos son mi dignidad, aunque no lo parezca y nadie lo entienda. Y me siento orgulloso, muy orgulloso de lucirlos y de ofrecértelos para que disfrutes y goces porque esa es mi forma de amar, de demostrarte que te amo sin ningún límite. Ese es mi destino. Ese quiero que sea mi destino en esta vida: dedicarme exclusivamente a amarte y a darte todo el placer. Sin límite. Total. Absoluto.

- Gracias, querido cornudo -me dijiste mientras me enviabas un beso.
- No tienes que dármelas, porque soy yo el que te está intensamente agradecido.
- Me alegro.
- ¿Me dejarás entonces estar de rodillas junto a la cama mientra follas con otro?
- Sí, pero para qué.
- Para verte gozar, oírte gemir de placer y besarte la mano y decirte que te amo, mientras te retuerces de placer entre los brazos de tu amante.
- Y tú por fin con la polla dura, claro.
- Sí, amor mío: para que veas cómo se me pone la polla dura al verte follar con otro porque es la única forma de que se me ponga así.
- Lo se, mi querido cornudo.
- Y porque quiero estar de rodillas junto a la cama besándote la mano, mientras gozas con otro y me haces cornudo. Será mi forma de expresarte que soy tuyo, que te amo y que puedes hacer conmigo lo que quieras. Porque te amo.
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