Carta (II)



Al siguiente fin de semana era viernes, como eso de las 1.30 de la madrugada yo la estaba esperando porque era muy tarde, llega mi esposa completamente desnuda sólo los zapatos tenía puestos, -Alberto quiere hablar contigo esta afuera esperándote. Cuando iba por el pasillo porque vivimos al fondo de un terreno me di cuenta que mi mujer estaba detrás mío.
-Qué tal vos sos Osvaldo el marido de Claudia.
-Sí, mucho gusto vos sos Alberto.
-Sí, el patrón de tu mujer, mira qué hermosa, así me gusta tenerla.
Claudia que estaba al lado de nosotros rió y se abrazo a la cintura de Alberto.
-Bueno te quería ver para avisarte que mañana sábado al mediodía prepares un asado para los tres aquí en tu casa, OK.
-Sí con mucho gusto.
-Vamos putita, ah tu mujer se va conmigo, a las 11.30 ó 12 del mediodía estamos por aquí.

Después que se fueron pensé, y si pasaba alguien por la calle y veía a mi mujer desnuda. Y también me di cuenta que estaba muy excitado porque Claudia iba a pasar su primera noche fuera de casa durmiendo en la cama de otro hombre y yo solo. Confieso que me hice una paja imaginándome lo que ellos estaban haciendo.

Al mediodía estaba el asado listo cuando ellos llegaron. Mi casa tiene medianeras de casi 2 m. de alto y el pasillo esta flanqueado por dos paredones que pertenece a la casa de los vecinos. Claudia apareció otra vez desnuda, venía con una enorme sonrisa, me abrazó y me dio un hermoso y apasionado beso. (Le sentí un sabor raro pero no dije nada) -Anoche lo pasé bárbaro, me dijo.
Alberto venía con un sacón largo que seguramente tenía puesto mi esposa antes de llegar a casa. Estirándome la mano me saludó.
-Hola, Osvaldo y ya esté listo el asado se ve espectacular.
-Sí ya esta listo cuando ustedes quieran.



Mi mujer se acerca y me dice -Mira mi amor me estoy ensuciando toda y poniendo una pierna en una silla pude ver que tenía un tapón en su vagina, se paso la mano por la entrepierna y hablando bajo me dijo, poniendo cara de mala, probá es el semen se Alberto, y quiero que me limpies con tu lengua, demostrale que estás orgulloso de tu mujer. Me hizo acostar boca arriba en el piso, puso un pie en cada costado de mi cabeza y empezó a bajar hasta quedar con su concha a escasos centímetros de mi boca. Miré para arriba y lo único que vi fue su panza.

-Mi amor sosteneme que en esta postura me canso mucho. Con mis dos manos la sostenía de sus nalgas. Ella antes de sacar el tapón me dijo. -Abrí bien la boca que caiga todo adentro. Fue una gran cantidad de semen y jugos de mi mujer lo que tuve que tragar. Alberto que se sentó frente a ella le dijo. -Mové los músculos de tu vagina para que caiga todo. Estuvimos como 15 min. En esa posición yo tirado en el medio del patio con Claudia sentada sobre mí.
-Bueno listo, terminen que tengo hambre.
-Mi amor terminaste, le dije que sí. Se levantó y fue hasta Alberto quien le metió dos dedos dentro de la concha, al sacarlos los miró detenidamente.
-Buen trabajo Osvaldo.
Luego de eso nos sentamos a comer, la charla fue amena y divertida porque hizo comentarios sobre algunos casos judiciales que tenía, ya en los postres mientras estaba yo en la cocina, mi mujer se acercó y me dijo:
-Mi amor quiero que me entregues a Alberto así con tu permiso él pueda usarme cuando lo desee.
-Y cómo es eso, aparte él ya hace lo que quiere contigo.
-Sí, pero a él le gusta hablar de frente, y aclarar las cosas.
-¿Qué tengo que hacer?
-Mientras me visto te explico.

Se puso un camisón de dormir color blanco, ropa interior y se sacó los zapatos negros que llevaba. Cuando llegamos frente de Alberto, Claudia me apretó la mano al ver que yo no reaccionaba, entonces dije:
-Alberto, aquí... aquí te entrego a mi mujer incondicionalmente para que hagas con ella y de ella, lo que desees.



Él mirando a mi esposa le dijo.
-Y vos, ¿estás de acuerdo?
-Sí, totalmente.
Mirándome me ordenó.
-Sácale el vestido.

Claudia quedó en ropa interior.
-Ahora el sostén y la tanga. Mi mujer volvió a quedar como dios la trajo al mundo.
-Acérquense, pero primero pellízcale los pezones se los apreté muy fuerte ella se quejó pero los pezones le quedaron duros y parados, tomando a Claudia con la mano izquierda por la cintura y la derecha tomé su brazo, nos acercamos y volví a decir,
-Con mi aprobación se la entrego, y estamos a su servicios.

Él tomando la mano de Claudia comentó:
-Así me gusta debidamente presentada, la hizo arrodillarse entre sus piernas y estirándole fuerte del pezón izquierdo dijo:
-Ahora sí sos completamente mía, al igual que tu esposo espero obediencia y total dedicación hacia mí.

Mi mujer sólo movió la cabeza en señal de aprobación. Él se levantó de la silla y con una enorme sonrisa me dio la mano mientras me abrazaba y palmeaba mi espalda.
-Quiero que sepas que te respeto y te admiro mucho más que los cabrones éstos(refiriéndose a los políticos y jueces con los que él tiene mucha relación).
-Párate mi amor, vamos a brindar por este nuevo y definitivo acuerdo salud.
-Osvaldo, por qué brindamos.
-Por los tres y porque seamos felices, salud.
-¿Claudia?
-Porque espero hacerte feliz, y porque estoy muy orgullosa de mi marido, salud.

Dándole un chirlo en la nalga a Claudia, le ordenó que fuera a preparar el dormitorio, luego comentó:
-Estoy muy cansado, y tengo mucho trabajo para este fin de semana. Me voy a recostar un rato. Y se fue para el dormitorio.
Yo levanté la mesa y limpié la cocina, cuando estaba por sentarme a descansar escucho el televisor que teníamos en la pieza, al asomarme por la puerta veo a Alberto acostado desnudo y leyendo el diario. Al verme me hizo una seña de silencio y me indico que trajera una silla. Me senté a su lado y dijo:
-No es hermosa.
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