Delirios y fantasías

MI CORONACIÓN COMO CORNUDO



Suelo leer por blog y foros escritos de cornudos en los que cuentan sus aventuras. Yo también las escribo, claro, pero la mayor parte son fantasías que en realidad casi nunca se pueden llevar a la práctica tanto por mantener la intimidad, como por no perjudicarte en tu ambiente social, laboral o familiar. Otras son ciertas y las he vivido. Pero además todo esto yo no lo entiendo sin amor en la pareja, sin respeto (aunque resulte paradójico) y sin complicidad y cariño mutuo. Eso es fundamental. Si no, es como ir a una profesional y pagarle.

Hay que tener mucho cuidado y ser muy discretos. Por eso, a esas fantasías a lo bestia, las llamo "Delios y fantasías", porque son eso "delirios" que jamás se podrían llevar a la práctica. Yo lo advierto al etiquetarlas y archivarlas, pero en los foros y otros blogs cuelan fantasías irrealizables como experiencias vividas. Y si sabes un poco de qué va esto, sabes que no es verdad, excepto unas pocas excepciones que conozco y que sí sé que son ciertas.

Esta es una fantasía (más bien delirio) que escribí tras estar 15 días en castidad aboluta. Sólo tocándome pero sin llegar. Me la pidió una chica por correo en una relación a distancia y me dió las pautas y los pormenores que más o menos quería que metiera. Y la escribí. Como es natural, tanto con esta, como con otras muchas fantasías, ya digo, no se pueden llevar a la práctica tanto por sentido común, como porque hay que llevar mucho cuidado para no perjudicarte ni a ti ni a tu pareja.



Este es el resultado:

Sueño contigo, la castidad que mantengo por ti me hace sentirme más sumiso, más entregado y más cornudo. Y sueño que ha llegado el día más importante para mí. Vienen tus amigos y es el día de mi "coronación". Así que me he puesto las braguitas nuevas que me has dado para este día tan especial y he preparado las viandas y las bebidas. Y luego he acudido a ayudarte a vestirte muy sexy, como corresponde al día de hoy, tan importante para mí. Y cuando ya estabas vestida muy sexy, hemos salido a la sala de estar para esperar a la visitas que han ido llegando poco a poco y a las que les he ido abriendo la puerta para llevarlas a la sala de estar en la que tú estabas.
Son parejas amigas tuyas y de ellas dos hombres vienen con sumisas y una mujer con un sumiso, además de dos parejas vainillas. Sé que el sumiso está infibulado con una anilla en su glande porque ha renunciado no sólo a follar con su Ama (impensable, por otra parte pues una Ama de verdad jamás se rebaja a follar con su sumiso), sino con cualquier otra mujer por el resto de su vida. Para permanecer en castidad absoluta como un sacerdote ante su Diosa. Yo te supliqué hace tiempo que me lo hicieras también, pero tú todavía no has aceptado. Lo dejas para más adelante, y mientras tanto me pones todos los días el cinturón de castidad.


Las sumisas que vinieron llevaban, por el contrario, el coño limpio y muy depilado para estar así siempre expuestas y ofrecidas antes sus Amos con el fin de que puedan ser usadas por ellos o por quien ellos decidan. Así que los Amos se sentaron con sus sumisas arrodilladas junto a ellos y un poco más allá tus amigos vainillas muy expectantes porque aunque ellos no participan de la D/s, son tus cómplices, saben que tú tienes sumiso y les gusta mirar la escena. Hoy era además un día importante porque tú les había dicho que era mi coronación.

Así que cuando he terminado de serviles las bebidas y de pasar la bandeja con los canapés, me has dicho que me ponga en medio de todos ellos, de rodillas y espere porque todo está a punto de comenzar. Y así ha sido, porque al poco han llamado la puerta y está vez has ido tú a abrir y has vuelto acompañada con un chico más joven que tú, con el que te ibas besando en los labios, mientras él te metía mano por todo el cuerpo.
- Te presento a mi nuevo amante –me has dicho.

Y todos tus amigos han aplaudido y lo han saludado dándole la bienvenida e invitándolo a que se siente junto a ellos, pero tú lo has cogido de la mano, lo has puesto delante de mí y le has bajado los pantalones.
- Ya sabes lo que tienes que hacer –me has dicho.

Y yo he cogido su polla, me la he metido en la boca, se la he chupado hasta que se ha puesto dura y luego le he dicho lo que tú me habías enseñado, el ritual de mi coronación que me habías obligado a ensayar contigo.
- Te acepto como mi corneador –le he dicho, volviendo a chuparle la polla.
- Y yo te acepto como cornudo sumiso – me ha contestado él.
- ¿Y qué más? -me ha preguntado ella.
- Te acepto como macho dominante -le he dicho a su amante.
- Y yo te acepto como puta sumisa.

Y he seguido lamiendo su polla hasta que tú las has sacado de mi boca y le has dado a él un casco parecido a los de wikingo con dos grandes cuernos.
- Corónalo como cornudo, cariño –le has dicho a él.

Y él me ha puesto el casco de wikingo, coronándome como cornudo. Y luego tú lo has besado, te has morreado con él, te lo has comido a besos, mientras le metías mano. Y cuando has terminado lo has soltado y me has colocado bien mis cuernos. Bien rectos.
- ¿Aceptas los cuernos como forma de vida?
- Sí, Ama, los acepto.
- ¿Aceptas ser un cornudo permanente?
- Sí, Ama, lo acepto.
- ¿Aceptas que tú única misión en esta vida es ser cada día más cornudo?
- Sí Ama, lo acepto.
- ¿Me amas?
- Sí, Ama, te quiero con toda mi alma

Y tú has besado mis cuernos y has cogido luego a tu amante de la mano para llevártelo a la habitación donde sé que ibas a follártelo. Lo sabía. Y también sabía que tenía que ir detrás de vosotros, con el casco puesto, hasta llegar al dormitorio donde me he arrodillado junto a la cama para mirar como follas con él, como te folla con pasión y como tú lo amas porque le correspondes a sus efusivos besos y le acaricias la nuca para atraerlo más a ti mientras él te folla, con vehemencia, hasta que se ha corrido.

Y yo he aprovechado que él se ha apartado para acercarme a tu coño y lamértelo. Para dejártelo bien limpio de su semen, como me tienes enseñado. Y luego lo has cogido a él de la cintura y has salido a la sala donde todos tus amigos te han aplaudido mientras yo me situaba en el centro de la habitación para que tú pudieras atarme las manos a una argolla del techo. Y cuando he estado atado y estirado, casi poniéndome de puntillas para aguantar el tirón de la cuerda, tú le has pedido la correa tu amante y has comenzado a azotarme con ella el culo mientras me llamabas cornudo y tus amigos y amigas aplaudían.
- Cornudo y apaleado, como a ti te gusta -me has dicho en voz alta.
- Sí, Ama, como debe de ser
- Cornudo y apaleado en público, delante de todos.
- Si Ama, porque humillarse por ti es alcanzar la gloria.
- Lo sé, cornudo y por eso tienes la polla dura - me has dicho mientra seguías azotándome.

Porque era verdad: tenía la polla dura, durísima, mientras tú me azotabas allí delante de tus amigos y tu amante, después de haberme hecho cornudo.
- Tengo que dejar de azotarte porque no quiero que te corras.

Y entonces me has soltado, me he arrodillado delante de ti y tú has llevado mi cabeza a tu coño que he lamido con avidez porque estaba mojado, muy mójado. Casi encharcado.
- Has gozado al azotarme, Ama
- Sí, siempre lo hago cuando te azoto y humillo, después de ponerte los cuernos.
- Lo sé, Ama, y por eso soy tan feliz.

Y tú me has levantado, me has dicho que me amas y me has vuelto a poner el casco con los cuernos para que siga ateniendo a tus amigos, sirviéndoles las bebidas, para celebrar el día de mi coronación; el día de mi coronación como cornudo. Aunque para mí no es un día especial, la verdad, porque ya llevo siete "coronaciones de cornudo", pues no suelen durarte muchos los amantes. Y ya has tenido siete.
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