Sueño contigo, pienso que te he encontrado y que ya vivimos juntos. Que nos hemos casado y tú me has dicho que te gustaría que yo conduzca para poder meterte mano con tu amante en el asiento de atrás, mientras yo miro por el espejo retrovisor. O que te lleve al lugar del encuentro con tu amante. Así que imagino que aprendí a conducir para darte placer, para acceder a tu capricho y cuando tuve la licencia fui a llevarte a donde tu amante te esperaba para follar con él.
Y luego volví a casa, me desnudé, me puse el cintura de castidad y te esperé en la cama, como siempre hago, cuando no me dejas atado en bondage y de rodillas en una esquina, para que mire desde todos los ángulos y a través de los muchos espejos que hay en tu habitación, como follas con él y me haces cornudo desde todos los ángulos. O cuando me dejas atado en la cama, en bondage, con el cinturón de castidad, pero sin poder ver porque tú te marchas a follar con tu amante y yo tengo que esperarte para lamerte el coño recién follado y dejártelo limpito.
Pero en esta ocasión me habías dicho que me fuera a casa y que esperara tu llamada para pasar a recogerte. Y eso hice. Y cuando llamaste, cogí el coche y acudí al hotel en el que había estado follando con tu amante y cuando os vi en la acera, paré y esperé a que os subierais en la parte de atrás, donde al poco comenzasteis a meteros mano y a hacerme otra vez cornudo. Pero esta vez delante de mí, ante mis ojos. pues no dejaba de mirar por el espejo retrovisor.
Y comenzasteis a tocaros, a meteros mano, a besaros y a follar en la parte de atrás mientras yo miraba y grababa la escena con una cámara que había colocado junto al espejo. Para que luego, me azotarás el culo mientras la veía a razón de 5 azotes por cada orgasmo que habías tenido al hacerme cornudo.
Porque me azotas el culo mientras veo las imágenes grabadas en el vídeo, para recordarme mis cuernos y tu libertad; para que no se me olvide que mi amor por ti me lleva a entregarme por completo, sin límites y más allá de cualquier convencionalismo social porque para nosotros no existen normas, ni leyes, ni moral alguna, pues la única moral que entendemos es la que manda tu capricho, tu voluntad y el exclusivo placer de tu coño. Vivimos en una deliciosa dictadura en la que tu placer nos gobierna. Afortunadamente.
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