Así que tras pasar la noche abrazado a ti (con el cinturón de castidad puesto para que mi pito no roce tu sagrado coño), me he levantado, me he sentado en un sofá y te he mirado cómo duermes. Y he cogido una libreta y he escrito:
Buenos días, amor mío:
Hoy solo quiere darte la gracias por ser como eres, por concederme el privilegio de ser tu sumiso cornudo e impotente. Por ser mi Ama; un Ama dura y cruel cuando la ocasión lo requiere, y dulce y cariñosa, cuando me ves mal y te preocupas. Porque eres muy inteligente y sabes que con eso no demuestras ser débil, sino todo lo contrario. Esa actitud te hace aparecer ante mi más poderosa, más fuerte, más irresistible y subyugante.
Porque hay Amas verduleras que gritan e insultan, que creen que si muestran sus sentimientos o son dulces, pierden el poder y el sumiso no las respetará. Y es todo lo contrario. Un Ama inteligente como tú sabe cuándo ser cruel y cuándo ser dulce y comprensiva.
A mí me lo has demostrado y eso me lleva a amarte más, a verte más poderosa, subyugante e irresistible. Y a amarte más, a entregarme más a ti. Porque sabes que un sumiso como yo lo ha entrega todo, su libertad, su voluntad, su mente y su pensamiento y se queda completamente desnudo e indefenso. Es como un niño que está completamente indefenso y depende para todo de la madre, pues no tiene nada. Yo tampoco tengo nada pues te he entregado mi libertad, mi voluntad, mi pensamiento y hasta mi dignidad de macho, de hombre, al admitir y consentir ser tu cornudo sumiso.
Todo lo mío es tuyo pues mi cuerpo te pertenece y lo puedes azotar cuando te apetezca para tu exclusivo placer pues te corres sólo azotando mi culo, sin tocarte; mi libertad es tuya pues vivo y viviré encerrado por ti sin salir a la calle si no es contigo; mi voluntad es la tuya pues sólo hago lo que tú quieres; mi pensamiento es tuyo pues estoy todo el día pensando en ti, y mi dignidad como ser humano, como hombre, también te la he entregado de rodillas cuando te suplico una y otra vez que me hagas cornudo, que me humilles y me lleves más allá de la razón, porque perder la razón contigo es el acto más racional que existe.
Porque amarte es entregarse a ti sin límites, ponerse completamente en tus manos para que tú me gobiernes y metas en mi tu voluntad para que sólo sea un instrumento más de tu placer. De tu exclusivo placer, sin importar el mío pues mi exclusivo placer es ver que tú lo tienes. Porque soy y seré un instrumento tuyo, pero humano, y que tiene sus debilidades, sus bajones, sus dudas y por eso tú, con tu inteligencia y seguridad en ti misma de Ama serena y poderosa, eres a veces condescendiente, bondadosa, tierna y comprensiva. Y además sé que me amas de verdad. Anoche me dijiste que soy el amor de tu vida y sé que es cierto, porque sientes lo mismo que yo. También eres el amor de mi vida y algo más; la razón de mi existencia.
Por eso quiero darte las gracias y presumir de que amo a la mujer más extraordinaria que jamás he conocido. Una mujer inteligente, elegante, culta, educada, cruel y posesiva, además de dulce y cariñosa. El Ama perfecta. El Ama que siempre he soñado. Dios me ha concedido un premio de inestimable valor: conocerte y poder amarte. Sólo eso me hace sentir el hombre más afortunado.
Y por esa gracia que tengo, por esa suerte y privilegio que tengo de poder ser tu sumiso cornudo e impotente (o llegar a serlo como tú quieres), te doy las gracias. Y te pido perdón por no ser aún más sumiso, más cornudo y más impotente. Te pido perdón por mis bajones, por no ser el sumiso cornudo perfecto que tú te mereces. Perdóname, amor mío. Solo deseo en esta vida ser aún más sumiso, más cornudo e impotente total, como tú quieres, para ser tu eunuco y que tú seas más Diosa.
Porque te amo con toda mi alma y me faltan horas del día para amarte.
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